Querido diario:
Esta noche no he dormido nada. A parte el segurata se estaba fumando un porro mientras se sentaba en la silla de Hortalissa y la olía. No entiendo nada. Soy un gnomo. No suelo hablar mucho, pero cuando lo hago, lo hago solo.
Ayer, eran las cinco de la noche, la pared me murmuró algo. Yo asustado, me caí. Os lo juro. Luego, el segurata me levantó.
Como os he dicho no hablo mucho, porque no le di ni las gracias ni le volví a contestar a la señora pared.
Más tarde, las cinco y tres minutos, para los gnomos el tiempo es como para Hortalissa los helados de menta con un pequeños trozos de zanahoria, muy valioso. Como iba diciendo, eran las cinco y tres minutos cuando de repente estornudé. El moco, gigantesco para mi estatura, no volvía a su lugar de origen, fue terrible. Se fue secando, aún quedan partes de esa cosa verde en mi adorable cuerpo.
No dormí nada, absolutamente nada. Bueno sí, aquella vez que soñé con un unicornio y esa vez que iba corriendo por un mundo de gnomos...
Creo que sí, sí que dormí.

No hay comentarios:
Publicar un comentario